Buena parte de la sociedad caracteriza a la tercera edad y la vejez como un periodo decadente, en el que el individuo transita marcado por la enfermedad, los padecimientos, el dolor, la soledad, la dependencia y la merma de sus capacidades. Una opinión sin lugar a dudas mantenida hoy día por muchas personas que atribuyen estas ideas incurriendo repetidamente en una idea global y simple que desenvoca en actitudes de negatividad y en la estereotipia, ideas que son impregnadas en colectividad pero que adolecen de un matiz teórico que las sustenta o refute. Estos prejuicios generales acerca del envejecimiento corresponden a la acepción anglosajona Ageism o a su correspondiente traducción al castellano Viejismo.
La sociedad alaba valores abanderados de juventud y modernidad, guiña a lo productivo y novedoso y resalta el mantenimiento de una vitalidad ilusoria constante donde prevalece el dinamismo, la actividad, la consistencia, el desenfreno, lo diligente como valores de culto y seguimiento.
Los jóvenes o en otras etapas de desarrollo remedan dichas cualidades y en contraposición menosprecian la etapa de la vejez.
Los prejuicios mantenidos socialmente generan una visión unidimensional, un dialogo que es transmitido de generación en generación, que condena a la vejez a un periodo de involución, un rencor a todo lo que refleja la ancianidad. Los valores representativos de viejismo, del envejecimiento enfermizo y limitado, es adoctrinado desde la infancia, periodo crucial para la transmisión de valores y construcción de percepciones del entorno social.
Para mas Información: Moreno, A. (2010). Viejismo (Ageism). Percepciones de la población acerca de la tercera edad: Estereotipos, actitudes e implicaciones sociales. Poiesis. n19, 6. ISSN 1692-0945
Viejo desnudo al sol. M.J.M, Fortuny. (1863). Prado
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