Desde muy pequeños, el vínculo relacional emprendido entre el abuelo y el nieto/a es una máxima presente en muchos hogares familiares. Sin duda, la calidad de esta asociación repercute positivamente en el desarrollo mental del niño, abriéndole horizontes acerca de la madurez, el envejecimiento, las etapas de la vida, el desarrollo humano y el establecimiento positivo de un enlace muy relevante en su propio desarrollo moral y personal. Por tanto, los valores en torno al envejecimiento y la etapa adulta entran en el mundo infantil desde el comienzo, sin embargo esta visión está correlacionada con una idea de vejez asociada a muerte y final. Por todo ello, el advenimiento de una enfermedad incurable y desconocida desata miles de dudas, preguntas y desconciertos que poco a poco incluirá en sus inquietudes las cuales intentará solventar con preguntas y una actitud fundamentada con miedo y frustración.
La explicación de la enfermedad de Alzheimer al niño es diferente según la edad del/la menor:
* Entre los 4 y 8 años de edad: Es fundamental inculcar el respeto hacia las personas mayores y explicarle una primaria noción de lo que es la memoria, su funcionamiento y que bajo sus ordenes estan los recuerdos. Mediante el juego puede explicar adecuadamente estas ideas.
* Entre los 9 y 13 años de edad: La observación de su abuelo enfermo le inquieta y le lleva a fijarse intencionadamente en la conducta particular del enfermo. El conocimiento del niño es en esta etapa mucho mayor por lo que explicar sinteticamente los postulados de la enfermedad puede llevar a un entendimiento fiable por su parte. Por medio del juego puede complementar sus explicaciones (la función de la memoria, el papel de las neuronas y los olvidos). Si percibe los cambios en el enfermo (de conducta, personalidad, cambios de humor) debe hablar con el niño/a y dedicar su tiempo a explicarle que el abuelo lo quiere y que su comportamiento esta provocado por la enfermedad que padece.
* Entre los 14 y 18 años de edad: Puede comprender qué es la enfermedad, formarse en su conocimiento. Ahora es un adolescente y estará más familiarizado con la enfermedad. Involucrarle en el cuidado y las rutinas con el enfermo es interesante y debe contar con su opinión en el núcleo familiar como cualquier otro miembro.
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