Hoy conmemoramos una fecha simbólica, nuestra lucha contra la enfermedad del siglo XXI, aquella que actualmente registra unos 40.000 nuevos casos anualmente en nuestro país.
La enfermedad de Alzheimer no debe ser únicamente una enfermedad cuya confrontación debe ser acometida solamente por profesionales y cuidadores, sino albergar una lucha social, de las administraciones públicas, una cuestión de estado. Todos debemos unirnos para continuar, (a todos los niveles, en todas las perspectivas, en cada uno de los frentes) la lucha contra esta terrible enfermedad.
Actuálmente, se está relegando ilícitamente en la sombra a un profesional muy relevante en la atención especializada a nuestros ancianos con demencia, los psicólogos. Pretextos como la crisis, los recortes, los ERE(s), exterminan el rol de una figura muy necesaria en la atención a nuestros mayores en los entornos institucionalizados. Constituye verdaderamente un destacado activo en las plantillas de residencias, unidades / centros de día o AFAs, siendo elemental su aportación en equipos multidisciplinares.
A nivel formativo, debemos destruir mitos, falsas creencias y combatir desde la información los prejuicios que aún hoy día, son caldo de cultivo en torno al envejecimiento y la enfermedad de Alzheimer. La información verídica y fundamentada debe conceptuar y convertirse en el pilar educativo tanto de nuestros jóvenes como de la sociedad. La comunicación y la información aportada en medios masivos debe sin lugar a dudas regirse por una información clara, útil y categórica. Titulares incorrectos o sensacionalistas o visiones equívocas, como por ejemplo vinculando al Alzheimer con una infección vírica, alimentan el desconcierto y el miedo hacia una enfermedad, desgraciadamente aún desconocida.
Sin olvidar a los cuidadores, esos héroes invisibles, los grandes mástiles de la atención informal, los responsables del cuidado (lamentablemente en la mayoría de los casos, en solitario), son los afectados por la colosal sobrecarga emocional y física. La dedicación prolongada y extenuante que llevan a cabo debe ser reconocida, debe ser apoyada y auxiliada. Debemos abogar por transformar el rol de cuidador principal y replantear y fomentar una ayuda coordinada a nivel familiar, contextual y profesional. Un sumatorio de sinergias que rompa el esquema de lo unitario o indivisible de un único cuidador para dar paso a circunscribir la condición de los cuidadores principales en el domicilio.
Angel Moreno Toledo
Psicogerontólogo/Formador/Escritor
Director/Editor de Neurama
www.neurama.es
Fuente foto: huffingtonpost
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