"Dá la casualidad de que soy invisible. Es un engorro pero así es. Y esta no es razón suficiente para que deba ser reducido a pedazos por todos (...) la invisibilidad es útil para escapar y es útil para aproximarse"
(El hombre invisible. Herbert George Wells)
Junto a la ventana entreabierta frunce
el ceño y atisba soñolienta el exterior, coartada por esa lámina de luz
cuadriculada que genera la persiana con el alba del amanecer. Pensativa
y ensimismada por las voces y las risas que proceden de la calle, es advertida
por el agudo tilín del microondas – hoy el teléfono tampoco suena – clama
en su interior mientras, como cada día recuerda tras franquear la mesita que
sostiene el teléfono al ir por la tacita de café.
Una vieja fotografía familiar preside el viejo salón. Se
erige como memorándum de los mejores tiempos de esta familia. Impasible y perpetua,
testimonio de una vida perfecta antes de la llegada de esta maldita enfermedad.
La cohesión formaba parte de los valores de esta familia. El día de la
valoración del médico y del psicólogo –
Demencia tipo Alzheimer– resuenan y castigan de modo recurrente en mi
cabeza, la tristeza y el miedo me sobrecogen justo como aquel día en esa
consulta, sola, deseando que el diagnóstico fuese otra cosa. Papá permanecía
inmóvil, callado aunque afectado con disimuladas lágrimas en sus ojos y absorto.
Quiso saber qué le ocurría ya que su salud fue siempre motivo de inquietud a lo
largo de su vida.
Marcos estuvo aquí el Viernes pasado, dejó un sobre
abierto con folletos de diferentes residencias de la ciudad. María, Marcos,
Gloria y Julián están de acuerdo – “Allí
estará mejor atendido, he visitado las instalaciones de algunas de ellas,
tienen allí a los mejores profesionales, papá estará mejor atendido” –. Los
demás le escuchaban atentamente, le miraban y asentían con la cabeza. Yo me
negaba rotundamente “papá debe estar en
su hogar, en su ambiente, con sus recuerdos. Yo cuido bien de él, él no se
moverá de aquí”. Me siento sola, incomprendida e invisible. Ellos no
comprenden esta situación, debemos mantenernos unidos, no así.
La
pasada noche fue dura, apenas pude dormir entre horas, una cefalea tensional
episódica según el médico, –tómese éste
dos veces al día, evite el estrés y la cafeína, cuídese–. Papá tuvo una noche difícil, su enfermedad y el estado de
su úlcera, que aunque ya está mejor, le provoca severas molestias que le impiden
descansar bien.
Piensa en los demás miembros de la familia, recuerda a
primos y a otros familiares cercanos, amigos y compañeros de trabajo y se
siente sola. Los días marcados en el tachado calendario
menguan sin encontrar un solo momento de descanso – ellos no tienen que pasar por esto, es solo responsabilidad mía, yo
sola sé cómo cuidarle y yo sola sé lo que necesita de verdad – Acaso ¿Sé lo que puede ser lo oportuno para mí?
.En ese momento papá golpea la mesa con la mano y busca mi atención.
Alejo
el mando a distancia de su zona de alcance, enciendo la tele y subo el volumen…
”Los recortes de la ley de
dependencia dejan a los enfermos de Alzheimer en situación precaria”…
Fuente de las imágenes: i.huffpost,
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